La industria farmacéutica, los herbolarios y
otros partidarios de este tipo de preparados los presentan como un remedio casi
milagroso para prevenir y tratar muchas afecciones. Frascos de comprimidos
compuestos de vitaminas y minerales se congregan desde hace décadas en los estantes
de estos establecimientos, pero desde hace años los científicos ponen en duda
su buena fama y hasta señalan sus peligros, aunque el público no siempre
escucha estas advertencias.
En 2012 se reportó que más de la mitad de los habitantes
de Estados Unidos consumieron vitaminas durante ese año y el mercado europeo ofrece
datos similares. América
Latina es, por su parte, la región del mundo donde más adeptos existen, siendo Brasil el país donde más se comercializan, seguido por México. En diciembre del año siguiente vio la luz esta publicación en
“Annals of Internal Medicine” en la que se concluyó que los suplementos vitamínicos son una pérdida de dinero y pueden ser un peligro para la salud
de sus consumidores.
Debido a la naturaleza de estos complementos
nutricionales, las compañías que los producen no necesitan tramitar ensayos clínicos
de eficacia ni de seguridad a largo plazo antes de llevarlos a las estanterías,
así como tampoco son requeridos estudios post-comercialización o también
denominados de farmacovigilancia, al no ser considerados medicamentos.