martes, 23 de julio de 2013

Aspartamo: donde la quimiofobia y la naturafilia se confunden.


            En los últimos años han surgido nuevas tendencias en nutrición basadas en la creencia popular de que los productos de origen natural son “buenos”  y los compuestos sintéticos, “malos”. A menudo este miedo hacia los ingredientes artificiales es irracional e inexplicable, como ocurre en el caso del aspartamo.


            El aspartamo o E-951 es un edulcorante artificial no calórico utilizado en productos como chicles, refrescos “light”, ciertos medicamentos y salsas para cocinar, entre otros. Desde el punto de vista químico, está formado por los aminoácidos naturales L-Aspartato y L-fenilalanina unidos, encontrándose este último en forma de metil-éster.


            Al introducirse en el organismo, la molécula se desdobla en sus aminoácidos constituyentes y metanol, alcohol que podría conllevar efectos nocivos en el organismo humano según algunos críticos, algo falto de fundamento (mientras no hablemos de la intoxicación por el químico puro...) debido a que los aminoácidos que lo integran se hallan en cualquier dieta normal y el metanol, supuestamente tóxico, es producido también en la digestión de frutas y hortalizas.
Para hacernos una idea, una taza de 240 mL de jugo de tomate genera 85 mg de metanol desde la pectina u otros metil-ésteres, y una lata de refresco “light” de 330 mL libera unos 28 mg, que viajan al hígado para transformarse en formaldehído, compuesto prácticamente indetectable en el ser humano, que rápidamente se degrada a ácido fórmico, eliminado a través de los riñones, igual que el metanol. Otro dato interesante es que la Ingesta Diaria Admisible o cantidad que puede consumirse de manera segura cada día durante toda una vida (IDA) del aspartamo en humanos es de 50mg/Kg de peso corporal por día, lo que significa que una persona de unos 68 Kg podría tomar 24 latas de un refresco “light” al día durante toda su existencia (lo que corresponde a 8 unidades en un niño de 23 Kg) sin que esto supusiera un problema de salud, algo complicado por otra parte, según patrones de consumo normales. Desde este punto de vista, y para mantener la coherencia en su razonamiento, un individuo con recelo hacia el consumo del edulcorante debería huir también de alimentos naturales como frutas y hortalizas generadoras de metanol, lo que podría suponer un riesgo para su organismo, al dejar de consumir nutrientes esenciales para la vida.
Por otro lado, el consumo de fenilalanina ha de controlarse en personas con fenilcetonuria ya que puede ser perjudicial, sin embargo, una bebida endulzada con la sustancia en tela de juicio aporta unos 100 mg, en comparación con los 300 mg de un huevo o los 900 mg que produce una hamburguesa de tamaño grande.

En resumen, la aprensión a esta sustancia reconocida como segura tanto en sujetos sanos como en embarazadas se considera ilógica y descabellada desde el punto de vista científico. Para más información podéis consultar estas dos fuentes.
 

3 comentarios:

  1. Hola David,
    Quería darte la enhorabuena por tu post, y por el blog en general. La verdad es que llegué a él a través del de JM Mulet a raíz de un hilo de comentarios, y fui a dar con este post sobre el aspartamo. Reconozco que en algún momento he sentido cierto rechazo hacia el aspartamo (probablemente fundado al escuchar leyendas urbanas aquí y allá sin contrastarlas después). Esto me ha pasado también con otras cosas y cada vez me repatea más. Me alegra mucho que haya expertos como tú que dediquen parte de su tiempo a divulgar (de forma muy clara y amena en tu caso) sobre estos temas.
    Un saludo!

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    1. Muchísimas gracias Irene.
      Me alegro que te haya resultado útil y clara la lectura de esta entrada.
      Últimamente no estoy demasiado activo a través del blog, quizá más a través de la red social Facebook en la que corren muchas leyendas urbanas y bulos, pero volveré a la carga por aquí.

      Un saludo!

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  2. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23097267
    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16507461
    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17805418

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